domingo, 2 de febrero de 2014

Quiero Volver a Empezar...

Quiero Volver a Empezar...

Esa frase suena...Mmmmm...fuerte? Dificil?Quizás, síííííí...Pero NO Imposible. Muchas veces los seres humanos pasamos por momentos muyyyy fuertes, de mucho dolor; te quedas Paralizada (o), No sabes como reaccionar ante la situación, te quedas con un vacio muy grande sin saber como llenarlo, muchos Porque...y en ocasiones; NO existe una contestación.

Todos...Todos...pero que todas las personas en el mundo siempre pasamos por esa situación que nos marca la vida...tú no eres el único (a) que ha pasado por momentos tristes; sea este: terminar una relación con tu pareja, un problema de salud, un problema laboral, con una amiga (o), un familiar, etc. Pero que hacer cuando ese "Proeblema", dolor, vacio, es por la perdida de ese ser que tanto amas, con el que significa todo en nuestras vidas...la Muerte de un familiar. A los seres humanos nos han criado con la mentalidad de: "LOS PADRES, TIENEN QUE MORIR PRIMERO QUE LOS HIJOS". Pero, NO nos preparan para ese momento. NUNCA estamos preparados para recibir la Noticia de la muerte de un ser querido...entiendo, que nadie, esta preparado para ese proceso, que nos guste o no, es Ley de Vida.

En lo personal, jamás sabria como reaccinar ante la noticia de la Muerte de un ser muy cercano a mí, no les sabría decir, cuanto tiempo estaría bien, como va a seguir mi vida, etc...pero, lo que si les puedo decir, es que la muerte solo es un cambio por la cual todos tenemos que pasar. Se puede aprender a sobrellevar la muerte de un ser querido, sin dejarnos arrastrar por el dolor y la desesperación. 

"Cuando tenga que dejarte por un corto tiempo, por favor no desesperes, no te angusties ni te abraces a tu pena a través de los años; por el contrario, empieza de nuevo con valentía y con una sonrisa por mi memoria y en mi nombre.
Vive tu vida y haz todas las cosas igual que antes.
No alimentes tu soledad con días vacíos, sino llena cada hora de manera positiva...
Extiende tu mano para confortar y dar ánimo y en cambio te confortaré y te tendré cerca de mi.
Y nunca, nunca tengas miedo de morir, porque yo estaré esperándote en el cielo!


La pérdida de un ser querido es, probablemente, la experiencia más profundamente dolorosa que puede vivir un ser humano a lo largo de su existencia. Es, por este mismo motivo, sumamente difícil poder siquiera explicar o dimensionar en palabras el nivel de impacto y sufrimiento que implica este proceso en quien lo está viviendo, así como también el intentar brindar un consuelo adecuado en esos momentos.
Independiente si se trata de una muerte trágica o de una situación que pudiésemos de algún modo predecir, como puede ser el caso de una  enfermedad terminal, existe un hecho que, como seres humanos, nos une a todos en esta materia: Independiente de nuestra concepción acerca de la vida y la muerte, no estamos preparados en plenitud para la partida de un ser querido.
“Ciclo del duelo“, el cual nos puede ayudar a ser conscientes de que el dolor de toda tragedia o pérdida, si bien nos puede acompañar durante toda la vida, puede suavizarse con el tiempo.
Más allá de lo anterior, mi intención es centrarme, de forma sencilla, en tres grandes elementos que están presentes en este proceso y que guardan directa relación con nuestras emociones y el cómo poder sobrellevar un proceso de duelo:
1. El impacto en nuestro interior
Situaciones como ésta nos devuelven inevitablemente al momento presente, especialmente si se trata de una muerte inesperada. Tal como en el caso de las tragedias y desastres naturales, vemos que todas nuestras estructuras se desmoronan en un segundo, quedando con la sensación de haber sido ultrajados y despojados de aquello que nos es más preciado.
La relación que tenemos con nosotros mismos y nuestro mundo se puede ver afectada enormemente, repercutiendo en nosotros a nivel físico, emocional y social. Nuestra conexión con la muerte y con el sentido de la vida puede hacernos tomar varias opciones en un momento determinado: Rebelarnos completamente ante lo que nos está pasando, negarlo para evitar el dolor o bien vivir nuestro sufrimiento momento a momento como un proceso que es necesario enfrentar y atravesar.

2. Vivir nuestras emociones
Refugiarnos en nuestras creencias espirituales, nuestra familia y nuestro entorno más cercano son tendencias naturales para encontrar protección y fortaleza interna. Muchas veces somos nosotros mismos quienes tomamos la tarea de fortalecer al resto y, al mismo tiempo, vivir nuestro dolor de forma interna y solitaria. Independiente de nuestra forma en que nos enfrentemos internamente a este proceso, lo importante es poder darnos el tiempo de vivir nuestras emociones, que son aspectos fundamentales de nuestra experiencia humana, y permitirnos fluir con ellas para sobrellevar mejor el dolor y así poder sanarnos .

3. Sublimar nuestro dolor
El dolor nos hace aprender diferentes lecciones. Quizás una de las más duras y poderosas es darnos cuenta que todo en nuestro exterior es transitorio y que la vida, allá afuera, siempre continúa. Una pregunta que puede ayudar a vivir este proceso y pasar a una nueva etapa es la siguiente:
“¿Qué es lo que nuestros seres queridos, que ya no están, hubiesen querido para nosotros en estos momentos?”
Descubrir un nuevo sentido a nuestra vida y decidirnos a reconstruir nuestro mundo quebrado  es una extraordinaria forma de recomenzar, dando con ello valor a nuestra propia vida y honrar la de nuestros seres queridos que ya no están.  El preguntarnos “¿Qué me dejo esta persona?” nos puede ayudar, además, para aferrarnos a los valores positivos que nos han dejado como legado, y así hacer algo bueno con nuestra vida y poder ayudar a otros desde nuestro propio proceso.
Más allá de las palabras, el sobrellevar un duelo es un proceso que requiere de tiempo y, sobre todo, mucha intención de salir adelante. Si bien no existe una fórmula perfecta para enfrentarlo, lo cierto es que nos ayuda a conectar con nuestro interior quizás como nunca antes, invitándonos a sumergirnos profundo en esa experiencia para así poder resurgir con una nueva fortaleza, quizás inimaginable, desde lo más profundo de nosotros mismos.

Por: Sandy Rodríguez

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